Archivos para 26 febrero 2012

Nuevos agentes, pero la misma subversión

El sábado 3 de diciembre de 2009 fue arrestado por las autoridades cubanas el ciudadano estadounidense Alan Gross, un agente encubierto de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, concretamente de la tenebrosa USAID (Agencia estadounidense para el Desarrollo Internacional).

Al servicio de la USAID, en cinco viajes a lo largo del año 2009, Gross había introducido a Cuba avanzados sistemas y aparatos de radiocumunicación y de comunicación satelital prohibidos expresamente por las leyes cubanas.

Según Gross, los destinatarios de ese material eran miembros de la comunidad judía de Cuba, a la que debía facilitarle el acceso a Internet, pero ésta ha expresado enfáticamente disponer del acceso a la red, y ha negado categóricamente tener siquiera conocimiento de las actividades de Gross.

Todos estos hechos (ya bien conocidos por la opinión pública planetaria son ahora reconocidos en un análisis realizado por la agencia de noticias estadounidense Associated Press, la célebre AP, de donde he tomado algunos de los datos que aquí consigno y que está disponible en Internet),  permiten colegir que los verdaderos destinatarios de los equipos llevados a la isla por el agente estadounidense eran personas y grupos que trabajan activamente, bajo patrocinio estadounidense, en pro del derrocamiento del gobierno cubano.

Condenado a 15 años de prisión, Alan Gross alega en su defensa que fui “un tonto inocente”, que “me engañaron”, que “fui usado”. Pero los reportes de sus viajes, publicados por la AP dejan en claro que Gross sabía perfectamente que sus actividades en Cuba eran ilegales, y que, según sus palabras textuales, “estaba jugando con fuego”, pues existía el riesgo “de ser descubierto” por las autoridades de la isla.

El alegato de Gross de que fue engañado y usado, se derrumba ante otras rotundas evidencias. Por ejemplo: Gross, experto en sistemas computacionales y de radiocomunicación satelital, fue el diseñador del programa que intentó establecer en Cuba, y sus honorarios por el servicio fueron de 250 mil dólares.

Y hay más: la compañía al servicio de la USAID que contrató a Gross, Development Alternatives Inc., ganó, entre los años 2000 y 2009, de acuerdo con documentos oficiales del gobierno de EU, más de 2 mil 700 millones de dólares en contratos de la USAID. Y todavía más: los componentes de punta de los equipos introducidos a Cuba por Gross no se venden en el mercado internacional y son adjudicados exclusivamente a gobiernos por los fabricantes.

El carácter de agente encubierto de Gross queda claro con la sola lectura del párrafo relativo de la Ley de Seguridad Nacional de EU, que define el vocablo “encubierto” como toda actividad del gobierno destinada a influir en las condiciones de otro país,“ de tal manera que la participación del gobierno de los Estados Unidos no sea evidente o públicamente reconocida”.

Respecto de las actividades de Gross en Cuba, Robert Pastor, asesor en asuntos latinoamericanos del gobierno del ex presidente James Carter y actualmente director del Centro para la Democracia y Elecciones de la American University en Washington, ha dicho: “Obviamente, esto es una actividad encubierta. Se trata de buscar un cambio de régimen”.

Como ya lo he señalado en otra ocasión, frente al caso de Alan Gross, Washington, ciego y sordo, no parece entender. Y en vez de suspender sus actos hostiles contra Cuba, ha decidido ya no utilizar agentes de nacionalidad estadounidense, y valerse solamente de nacionales de terceros países, México, desde luego entre ellos, a fin de evitar el compromiso político y jurídico que implica que otro agente gringo sea encarcelado. Nuevos agentes, pero la misma subversión made in USA.

www.miguelangelferrer-mentor.com.mx

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